La muestra Memorias y Vivencias es parte del trabajo más reciente del Colectivo KI, integrado por Diana Yuriko Estévez y Branli Vázquez. Las piezas se crean a partir de archivos fotográficos familiares que de alguna forma, relatan aquella parte de la historia familiar de uno de los integrantes del colectivo; que estuvo relacionada con la migración japonesa a México, ya que los bisabuelos Takai Takagui y Naru Nakashima, serían unos de tantos protagonistas de este fenómeno.
El fenómeno migratorio ha sido una actividad común desde el origen de la humanidad y ha sido determinante para las sociedades contemporáneas; ya que la mayoría, son producto de la transformación de las culturas e ideologías.
Al partir, el migrante se lleva sus límites fronterizos puestos, es decir, el movimiento implica una reafirmación de identidades. Se debe ser capaz de adaptarse e integrarse al entorno al que se introduce, pero sin perder la propia identidad. El fenómeno migratorio modifica a los migrantes, y los migrantes modifican a su vez los lugares que dejan atrás, así como los territorios a los que llegan.
Las fotografías utilizadas de base para la obra contienen elementos de la hibridación cultural, social y visual que la migración implicó en el grupo familiar. Se aborda un fenómeno histórico real, pero se re-construye subjetiva y personalmente al configurarse en la propuesta aquí presentada.
Para el Colectivo KI, trabajar con el material fotográfico conservado en forma de álbumes familiares que se vuelven el refugio en que sobreviven aún y se hallan protegidos gran parte de sus antepasados, implica tener la posibilidad de sumergirse en dichos recipientes de recuerdos, de memorias, y de viviencias pasadas, que al ser escudriñados por su mirada y su presencia, reviven y los invitan a compartirlos. Así, por momentos, logran incluso establecer contacto y dialogar con aquellos que de alguna u otra forma, resurgen sutilmente en su propio ser.
Un álbum familiar cuenta una historia, pero también puede construirse una nueva narrativa cuando dicho álbum es contemplado por alguien más; tenga o no relación con el que lo haya manufacturado, con el fotógrafo, o con los retratados en él. En las fotografías; desde la magnitud de los hechos reflejados, de la dimensión histórica, documental o política; podemos trasladarnos a la pequeña historia, a una nueva historia que unos pocos indicios pueden construir. Desde la materialidad de ese registro visual, desde el gesto que comunica el rostro retratado ahí; se establece un diálogo con el que lo mira, y puede ser distinto cada vez que el que lo contempla es otro individuo.
El colectivo KI construye, de tal manera, obras que resultan de la posibilidad de mirar hacia dentro de sí mismos, de su existencia, sus historias y el mundo particular que los construye, para que desde su individualidad, se devele un mundo familiar que paradójicamente pero sin duda, puede ser o es común y universal en todos nosotros.
Para la construcción de las piezas, las fotografías análogas son digitalizadas, manipuladas y reconfiguradas gracias a recursos como color, textura y sobreposición, entre otros; con lo que se vuelven imágenes que pretenden propiciar la transgresión, reconfiguración, o mejor dicho, el juego con el tiempo y el espacio; sin dejar de constituirse como una celebración de ese grupo social al que la mayoría de los seres humanos, tenemos la fortuna de pertenecer.
Interesa también a los autores, potencializar las posibilidades que el uso de la tecnología digital permiten en la construcción de composiciones fotográficas; en tanto que esta pieza, se vale de aquellas herramientas que permiten jugar y expandir el concepto tradicional de la fotografía así como de sus antigüas técnicas, modos de producción y configuración; sin restarle el valor ni el mérito que implica la fotografía análoga, pero si enriqueciendo sus posibilidades y caminos para narrar historias.